Una ciudad que funciona es aquella que permite transformar vidas para bien. Una ciudad donde hay oportunidades de vivienda y opciones útiles de transporte. Donde podamos crecer como pueblo en un ambiente seguro. Un Ponce donde recuperemos nuestros espacios y aumentemos las oportunidades para el desarrollo económico, social y cultural.
Una ciudad que funciona es aquella que permite transformar vidas para bien. Una ciudad donde hay oportunidades de vivienda y opciones útiles de transporte. Donde podamos crecer como pueblo en un ambiente seguro. Un Ponce donde recuperemos nuestros espacios y aumentemos las oportunidades para el desarrollo económico, social y cultural. Merecemos una ciudad donde podamos quedarnos y a la que podamos regresar. Nos urge un Ponce que ofrezca alternativas para el desarrollo de nuestra niñez y juventud y que fortalezca a nuestras familias. Una ciudad que se adapte a los cambios sociales y provea calidad de vida para nuestras personas mayores.
Transformar a Ponce requerirá transformar también nuestras expectativas de lo que es el trabajo legislativo. Hay que legislar con el consentimiento comunitario y fomentar la colaboración desde la elaboración de proyectos hasta el diseño de presupuestos participativos.